lunes, 9 de junio de 2014

Silencio de los Medios de Comunicación ante las denuncias de trata de personas

Desde el Movimiento Cultural Cristiano, venimos denunciando desde hace más de 30 años, en el seno de la campaña por la Justicia en las relaciones Norte-Sur, la inmoralidad de la trata de personas y la estrecha relación entre este drama y el silencio y complicidad de los grandes medios de comunicación social, que obtienen grandes beneficios a través de publicidad que atenta contra la dignidad de la persona. Por eso, cuando llegó hasta nosotros este escrito de la Red Cántabra contra la Trata y la Explotación Sexual, sabiendo que no había visto la luz ante la negativa a su publicación por parte de los medios de comunicación cántabros, decidimos publicarlo en este espacio íntegramente:
Hace algo más de una década la Red Cántabra Contra la Trata y la Explotación Sexual comenzaba su andadura en Cantabria. Esta Red surgió por la necesidad de dar respuesta a algunas mujeres, víctimas de trata, que llegaban a asociaciones que trabajaban en Cantabria con personas en exclusión social. Mujeres que tuvieron el coraje de huir de las mafias que las habían traído engañadas para obligarlas a prostituirse. El problema de la trata y su vinculación con la prostitución, en aquellos comienzos, era un mundo bastante desconocido para la población cántabra, para las instituciones y para muchas de las personas que en aquel momento decidieron organizar la Red. A través de las historias de vida de mujeres que hemos ido conociendo en este tiempo, hemos descubriendo el fuerte entramado de mafias criminales que se mueven alrededor del mundo de la prostitución, mafias que actúan desde sus países de origen, donde familiares de víctimas de trata son engañadas y chantajeadas, hasta el club o el piso donde viven en demasiadas ocasiones secuestradas. Pronto comprendimos que el mundo de muchas mujeres prostituidas tiene poco de “vida fácil” y mucho de esclavitud y violencia. Desde el primer momento sentimos la necesidad de hacer visible ante la Sociedad Cántabra, las Instituciones Políticas y los diferentes organismos de la Administración Pública, esta grave violación de Derechos Humanos que estaba teniendo lugar en nuestro entorno. En esta dirección hemos trabajado estos años. Hemos intentado sacar a la luz esta sangrante realidad que viven muchas mujeres y menores a las que, proxenetas y traficantes desalmados, han cortado de raíz sus sueños migratorios y las han vendido como si sólo fueran mercancía. Desde el año 2003 hemos visitado, en reiteradas ocasiones, en busca del compromiso y responsabilidad que les corresponde, a políticos, Policía, Guardia Civil, Juzgados, Fiscalía, Direcciones Generales y Responsables de Ayuntamientos. También venimos realizando con cierta frecuencia: charlas, mesas redondas y proyección de películas, concienciadoras de esta realidad, para toda la ciudadanía. Otro pilar en el que hemos buscado apoyo, con escasos resultados, son los medios de comunicación de Cantabria. Les hemos pedido, y seguimos pidiendo, que no colaboren con las mafias a través de los anuncios de contactos, que apoyen y destaquen en el lugar preferente que les corresponde esta grave violación de Derechos Humanos contra las mujeres ( como pide el código de conducta para medios en esta materia). Como avance podemos destacar un mayor conocimiento y rechazo a nivel general de la trata, pero desligada del problema de la prostitución. Las personas de la Red consideramos que no habría trata sin prostitución y que no habría prostitución si no hubiese demanda y está claro que existe y está tapada. A nivel Internacional hay compromisos y se están dando pasos con regulaciones, informes, estudios y atención, cambiando la mirada y considerando a las víctimas como víctimas. Hay muchas iniciativas y regulaciones que con el trabajo y la persistencia de muchas organizaciones no gubernamentales (ONGs en todo el mundo) se están llevando adelante. Pero a nivel local y regional este tema queda siempre como asunto de última categoría para atender, ya que conviene mantener el tema tapado y apartado por los intereses económicos que reporta en muchos ámbitos. Quizás también decir que estamos trabajando en Red y que en España (www.redcontralatrata.org) hay organizaciones que pueden aportar y atestiguar con datos y vivencias, de tantas y tantas mujeres, esta realidad a la que muchos quieren dar la espalda, pero es una realidad que reclama el compromiso de hombres y mujeres, para que los Derechos de estas personas quede por encima de cualquier otro interés que no sea la justicia, el respeto, la libertad y el bienestar. Las víctimas de trata merecen que todos nos comprometamos en esta tarea de eliminar la esclavitud del s. XXI

En recuerdo a Alberto Pico, sacerdote de los pescadores pobres

miércoles, 4 de junio de 2014

Ha muerto Alberto Pico. Un hombre de Dios entregado hasta el último aliento.

Alberto, como quería que le llamaran, fue un referente del Barrio Pesquero de Santander, donde impulsó una nueva forma de educación y numerosos proyectos sociales

El padre Pico nació en La Habana, Cuba, en 1931, aunque llegó a Cantabria con unos meses. Su padre de
Guriezo y su madre mexicana, de Morelia (Michoacán), lugar al que emigraron muchos cántabros a finales del XIX y principios del XX. La casa familiar en la que fue acogido fue en la de Feliciano Calvo, cura que acabo siendo padre y madre, pues el joven Alberto perdió a su madre a los once y a su padre lo tenía más allá de un océano. La vocación al sacerdocio le llegó pronto y a los 25 años ya se había ordenado.

Luego vino el barco, donde acumuló muchas de las historias que luego sembraron sus consejos. La mar, las aventuras... Tuvo que pedir permiso al obispo para navegar. Pero Pico no se embarcó sólo por el ansia de conocer el mundo. En sus viajes de meses a bordo del 'Comillas', el 'Guadalupe' o el 'Alonso de Ojeda' estaba el deseo y la promesa personal de estrechar la mano a su padre. Y aquello era la única manera para un chico de 25 o 26 años de llegar hasta Cuba. Con los pies en tierra fue coadjutor en Laredo y en el Carmen, en Santander, capellán de la Marina Mercante y párroco en Secadura, San Mames de Aras y Llánez. La enseñanza fue otra de sus ocupaciones, maestro de niños empeñado en construir un nuevo modelo de enseñanza con menos lecciones de carrerilla y más humanidad. En 1971 llegó al Barrio Pesquero. Se fue adaptando y no solo se empeñó en las clases de los más pequeños, sino que era ayuda para las mujeres que hacían equilibrios con el presupuesto doméstico, con los marineros y, sobre todo, con los jóvenes, en unos años muy duros.

A comienzos de los sesenta, las sotanas de Guillermo Simón Altuna y Miguel Bravo eran las que pululaban entre los barcos. «Altuna era un organizador nato y Bravo un visionario. Inició un proyecto que perseguía la transformación de lo que había a través de la educación. Creó la filial número dos para que los hijos de los pescadores tuvieran la posibilidad de estudiar el Bachillerato Elemental. Tuvo hasta que recurrir a trucos y pequeños engaños para conseguirlo porque aquello suponía una revolución». Lo explica Tomás López, al que Pico trajo años después para dirigir el centro de estudios. Fue Bravo, sabedor de que la muerte ya le rondaba, el que pensó en Alberto como sustituto. Lo eligió él. Por amigo y porque era el idóneo para continuar con su proyecto. «En 1970 -relata López- Alberto me pidió que dejara mi puesto de catedrático en el Instituto de Torrelavega para venir a dirigir la filial. Era como bajar de categoría, pero yo estaba muy cercano a sus ideas, al proyecto de hacer una 'comunidad de vida' con un modelo diferente de enseñanza». Pico creó una escuela con la idea de que no fuera «gravosa para nadie». López no oculta que si alguien no podía pagar se falseaban  las cifras del número de alumnos «o lo que hiciera falta». «Creamos un clima con los alumnos más allá de las asignaturas». Su labor empezó a calar en el barrio a través de los niños. «El primer día que vino al colegio yo estaba en segundo de bachiller. Nos daba clases de religión, pero lo mismo un día hablábamos del combate de Cassius Clay, que nos llevaba a ocho niños en una Vespa haciendo los viajes que hicieran falta. A donde fuera. Porque él enseñaba valores, a ser compañeros, a participar...». Julio Abundio, el dueño de 'La Gaviota', es uno de los 'hijos' de Pico. Chavales a los que casó y a cuyos hijos ha bautizado. Como a los dos de 'Pin', de 'Los Peñucas'. «Yo me casaba en San Roque y Alberto me dijo que me casaba él. Llegó la hora y no estaba. Estuvimos esperándole y no vino. Me tuvo que casar otro cura que había vivido en el barrio y que estaba invitado. Al día siguiente le llamé y me dijo que se le había olvidado por completo». Nunca ocultó que era muy despistado.

Don Julián y las monjas
Pico caló en el barrio. Se fue adaptando y «se hizo un poco de cada casa». En un lugar en el que el profesor solo conseguía que los críos volvieran del recreo desenvolviendo un bocadillo. En el que una mujer sorteaba cada semana una manta que todos sabían que nunca existió. «Nos metía a cincuenta críos en un bus y nos llevaba a Secadura. Arrasábamos con todo». O a Villatomil. Le fiaban en la carnicería y, al regresar, «atracaba a todos los conocidos» para pagar la deuda.
Pico se apoyó en muchos. Pero, sobre todo, en las monjas. «Hace poco le vi llorar -cuenta Pin- porque alguien puso en duda la labor de las monjas en el barrio. Tiene narices...». Las monjas y Julián Torre, ya fallecido. Don Julián. Su sombra, su hermano pequeño durante décadas. El alma de la guardería o de la asociación de vecinos y de otros tantos proyectos.
Con ellos fue ganando peso. Consiguió que el obispado cediera los terrenos de la filial para lo que fue ya un Instituto de Enseñanza Superior dependiente del Ministerio (el de ahora lleva su nombre, aunque le de vergüenza) y se convirtió en «un gran integrador social». Canalizó sus amistades repartidas por la ciudad -médicos, abogados, familias de la alta sociedad- a los problemas individuales de los vecinos del barrio. Convirtió el piso superior de la vivienda parroquial en habitaciones donde dio cobijo a más de uno que lo necesitaba. Porque su iglesia fue, además, un foco de atracción. «Eran misas tan cercanas que rompían con todas las convenciones litúrgicas. Eran un diálogo sobre los problemas con interpelaciones personales», cuenta López.

Queremos recordar a Alberto como una persona que quiso seguir a Cristo en la entrega diaria por los más necesitados. Un sacerdote sencillo entregado a los sencillos. Descansa en paz.